Uno de mis descubrimientos recientes de lectura es la psiquiatra suiza Alice Miller. En su libro "El drama del niño dotado, la búsqueda del verdadero yo", sencillo pero contundente, incluye este pequeño relato:
El cerebro de oro
Érase una vez un niño con un cerebro de oro. Sus padres lo advirtieron por azar cuando, a consecuencia de una herida en la cabeza, le brotó oro en vez de sangre. Empezaron a proteger cuidadosamente al niño y le prohibieron el trato con otros niños, para evitar que le robaran. Cuando el niño creció y quiso recorrer mundo, su madre le dijo: "Hemos hecho tanto por ti que también nosotros deberíamos participar de tus riquezas". El hijo se sacó entonces un gran trozo de oro del cerebro y se lo dio a su madre.
Durante un tiempo vivió a lo grande con su riqueza en compañía de un amigo que, sin embargo, le robó una noche y desapareció. El hombre decidió entonces proteger su secreto en el futuro y trabajar, porque las provisiones desaparecían a ojos vistas.
Un buen día se enamoró de una muchacha hermosa que también le amaba, aunque no más que a los preciosos vestidos que de él recibía a manos llenas. Se casó con ella y fue feliz, pero la esposa murió al cabo de dos años y, para pagar su entierro, que tenía que ser grandioso, el marido gastó el resto de la fortuna que le quedaba.
Débil, pobre e infeliz deambulaba un día por las calles cuando, en un escaparate, vio un par de hermosos botines que a su mujer le hubieran quedado perfectos. Olvidando que su esposa había muerto -tal vez porque su cerebro vacío ya no podía trabajar-, entró en la tienda para comprar los botines. Pero en ese instante cayó a tierra y el vendedor vio en el suelo que estaba muerto".
Relato incluido en "Cartas desde mi molino", de Alphonse Daudet.
Alice Miller indica que "Daudet, que había de morir de una enfermedad de la médula espinal, escribió al final: "Esta historia parece inventada, pero es real de principio a fin. Hay personas que tienen que pagar las cosas mas insignificantes de la vida con su sustancia y su médula espinal. Se trata para ellos de un dolor eternamente recurrente. Y luego, cuando se cansan de padecer...".
Una de las cosas más difíciles de calibrar y distribuir y que por tanto, genera más dudas, sentimientos contradictorios, malestar y frustración es cuánto pongo de mí para ayudar y conseguir satisfacer a los demás, y para qué. Si este cuento te ha hecho pensar, quizá es que no eres tan egoísta como a veces te dicen... O que quizá ya va siendo hora de darles (un poco) la razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario