Fuente: La Contra de LA VANGUARDIA (link)
"Esta mañana hablaba
con el camarero sobre la crisis.
Un tema recurrente.
Su análisis era
tremendo, pero cuando le pregunté: "¿Y tú cómo lo llevas?", me dijo
que él bien, que tenía trabajo y novia.
También hay quien se
suicida.
Sí, pero en general
existe una manifiesta dicotomía entre la satisfacción personal con la vida de
cada cual cuando analiza sus propias
circunstancias, y los temas angustiantes de la sociedad que invaden los medios
de comunicación y las tertulias.
¿Somos secretamente
felices?
Tenemos un mecanismo
genético que protege nuestro estado de ánimo; recurrimos a comparaciones que
nos favorecen: "Yo estoy en
paro, pero fulanito tiene un cáncer", y diversificamos nuestras parcelas
de satisfacción: "Esto me va mal, pero esto
bien".
Se ha atrevido a
escribir un libro sobre la felicidad.
Sí, porque cada día
me llama más la atención la capacidad del ser humano de mantenerse contento a
pesar de situaciones terribles. La
satisfacción con la vida es algo que protegemos inconscientemente y que nos
hace seguir pensando que la vida merece la pena, es
genético.
Explíquemelo en su
propia piel.
Estoy sorprendido de
cómo he podido superar las dificultades. Fui un hiperactivo sin diagnosticar,
siempre en el último banco de la clase
porque no había profesor que me aguantara. A los 14 años me enviaron a un
colegio de cateados. La directora, doña
Dolina, decidió sentarme en primera fila, y eso cambió mi destino: empecé a
aprobar.
¿Y cómo evolucionó?
Pese a mi mal oído,
mi madre me hizo estudiar piano, de ahí pasé a la batería y con 17 años tenía
un cuarteto.
Y las chicas le
hacían ojitos.
Sí, y así conseguí
proteger mi autoestima, pero seguía teniendo gastritis. Mi padre era de
derechas y mi hermano de izquierdas y yo
somatizaba el conflicto. Decidieron enviarme a casa de una señora en un pueblo
en Francia para que aprendiera el idioma.
La señora me hacía tortillas de pimientos que me sentaban estupendamente.
Ahí no había
conflicto.
... Y seguí
marchándome, me fui a Nueva York sin saber inglés, pero siempre ha salido
alguien que me ha ayudado, y yo he sabido aceptar la
ayuda. Y le explico tantas cosas porque pienso que cuanto más hablamos más
vivimos, y como me ha dado la
oportunidad...
Estoy encantada.
Narrar lo que
sientes te obliga a organizar tu historia, rebaja la intensidad emocional y
alarga la vida. Y si encima hay alguien que te
escucha y se solidariza contigo...
¿Y si no hay nadie?
Escríbelo. No tener
una explicación para lo que nos ocurre lo llevamos muy mal, el cerebro no
acepta el vacío.
Según como te
cuentes tu tragedia, ¿la vida y tu salud tomarán un rumbo u otro?
Así es, si yo llego
de mal humor a casa y mi mujer me dice: "Luis, has debido de tener un mal
día en el trabajo", es decir, que no es culpa mía
sino del trabajo, me da la opción de que todo cambie. Pero si me dice:
"Tienes un carácter que no hay quien te
aguante"...
Hay una cita en su
libro: "Mi vida no tiene propósito, ni dirección, ni finalidad, ni
significado...
... y a pesar de
todo soy feliz".
Pues todos los
psicólogos dicen que sin dirección no vas a ningún sitio.
Igual que hay un
instinto de supervivencia, está el que nos lleva a proteger la satisfacción con
la vida. Creer que ejerces cierto control sobre
tu vida aumenta las posibilidades de superar enfermedades y crisis, lo opuesto
a "que sea lo que Dios quiera".
Hay que luchar
contra viento y marea.
Pensar que puedes
hacer algo por mejorar tu vida ayuda incluso en situaciones en las que no
puedes hacer mucho.
Según sus estudios,
tener pareja es una de las principales fuentes de dicha, pero también es lo más
conflictivo.
Hay exigencias
culturales que son muy poco realistas, y que crean unas expectativas que nos
hacen sufrir. Si te casas pensando que es para
toda la vida y resulta que no es así, te sientes fracasado y frustrado. Si la
sociedad aceptara que vamos a estar juntos
mientras la relación tenga sentido, nos sentiríamos menos presionados.
Somos
supervivientes.
Lo raro en esta vida
es no tener problemas. De media tenemos dos grandes tragedias en la vida. Y la
idea de que crecemos con el sufrimiento
es absurda.
¿No te hace más
sabio?
Ni mejor persona. El
sufrimiento interfiere en todo y no sirve para nada. Lo que ocurre es que a
veces nos hace descubrir aspectos de nosotros
mismos que no conocíamos pero estaban ahí.
Mejor la
introspección.
Sí, observarse a uno
mismo y estar abierto a las respuestas de los demás, conocer lo que nos gusta y
lo que no y nuestras limitaciones. Y hay que ser consciente del impacto que
tenemos en los demás."
No hay comentarios:
Publicar un comentario