Hoy voy a explicar en qué consiste una técnica terapéutica sencilla (que no siempre fácil) que recomiendo muchas veces por lo práctica que es: la escritura.
Habitualmente sólo conocemos el uso “literario” de la escritura, donde hay unos escritores que escriben buscando ser leídos y unos lectores que, valga la perogrullada, leen. En muchas ocasiones, la mayoría, el lector nunca se convierte en escritor.
Escribir literatura en sí es una vía de expresión. Una búsqueda para los escritores. Al menos es a la conclusión que llegué después de estas vacaciones:
Pude ir a un festival literario donde varios autores de ficción presentaban sus novelas. Cada novela de ficción lleva algo de su autor, algunos le ponen más de sí mismos, otros menos. Aun explicando una historia que no tenía nada que ver en muchas ocasiones con su propia historia personal, todos los escritores siempre hablaban de su necesidad de “contar la historia que me sale”, “la historia que quiero contar en ese momento”, “transmitir lo que siento respecto al tema X”.
El contar esa historia les conlleva varios niveles de esfuerzo, muchas veces de investigación, de orden y de expresión, de sacar de ellos mismos las emociones que necesitan expresar a través de los personajes que crean. A veces sufren y otras disfrutan, pero todos ellos al hablar de su proceso de escritura, llegaban a la misma conclusión final: “la novela gustará o no, y espero que guste y vender muchas, pero igualmente me he quedado muy a gusto escribiéndola y acabándola”.
Escribir es para ellos, los escritores, una actividad para el disfrute. Lo genial es que no hace falta ser escritor para escribir. Al menos para uno/a mismo/a y practicar una verdadera técnica de autoayuda (esta sí). Una herramienta que ayude a superar crisis emocionales o vitales. La Escritura Terapéutica.
La escritura terapéutica la puede hacer cualquier persona, no está limitada a personas con más o menos formación o más o menos vocabulario.
Si te decides a probar, aquí van algunas ideas:
1.- La única norma a seguir a rajatabla es: Escribir a mano. Ordenador, tablets y otros soportes digitales no van tan bien para la escritura terapéutica, porque permiten borrar y añadir texto, de modo que se puede corregir lo que se escriba las veces que se quiera, sin límite.
Escribir a mano, como no se puede borrar, obliga a seleccionar y ordenar más la información y a parar un poco la velocidad con la que se nos ocurren las ideas. Es imposible escribir tan rápido como se piensa. Si hay algo que te preocupa y te viene a la cabeza una y otra vez, esta técnica es muy recomendable.
Escribir a mano, como no se puede borrar, obliga a seleccionar y ordenar más la información y a parar un poco la velocidad con la que se nos ocurren las ideas. Es imposible escribir tan rápido como se piensa. Si hay algo que te preocupa y te viene a la cabeza una y otra vez, esta técnica es muy recomendable.
2.- No hay “un tema” sobre el que puedas escribir o debas escribir y otros no. Se trata que escribas lo que te salga: cómo te sientes en ese momento, si ha habido alguna conversación que te ha afectado ese día y porqué.
3.- Se trata de escribirte a ti, de hablarte y explicarte qué te ocurre y que te preocupa. El objetivo es ayudar a ordenar mejor el pensamiento sobre lo que ocurre. Lo mejor es que escribas “tal cual pienses” o “tal cual sientes”, sin hablar en tercera persona ni otras formas más literarias.
4.- Puedes convertir el momento de escribir en tu momento del día. Si es así, merece que le dediques su tiempo propio (un momento en la rutina diaria y que mientras escribas no hagas otras cosas) y reservarle un espacio exclusivo. Con espacio quiero decir el espacio físico (la mesa, la habitación) pero también el soporte: una libreta o bloc sólo para este uso.
5.- Es recomendable que sigas una rutina mínima, sobre todo en los días que más se necesita porque estás con más malestar. Escógelo a tu conveniencia, puede ser a última hora del día, antes de ir a dormir.
6.- El formato lo escoges tú, puesto que eres tú quien lo escribes. Habla de ti en primera o en tercera persona. No hay límites con la longitud. No está ni bien ni mal ni cuando escribes 3 líneas ni cuando le dedicas 5 páginas. Nadie te lo va corregir, se trata que te expreses cuanto quieras o cuanto te salga, que se trataría de lo mismo.
7.- Lo mismo en cuanto al contenido. Te hablas tú a ti. No se trata de enseñarlo a nadie. Déjate llevar y escribe lo que te salga, no te cortes. Se trata que escribiendo te des permiso para expresarte y pensar como no te permites o no puedes en otras situaciones. Dan igual los borrones, dan igual las correcciones. Da igual la ortografía.
8.- Un último punto importante es la privacidad: no es algo a hacer para enseñarlo, no es para publicarlo en las redes sociales. No es para ningún tipo de público. Es solo para ti mismo. Si lo escribes para enseñarlo, no te sentirás libre y la técnica pierde su eficacia.
Es una técnica que va bastante bien para personas con ideas que vienen constantemente a la cabeza, miedos y problemas con las relaciones.
Estas son algunas ideas básicas. Como toda herramienta, puede adaptarse según cada persona y a veces según lo que se quiera conseguir. Escribir puede servir, en general, para aclararse las ideas situaciones de decisión o de confusión entre opciones e ideas, ya sean racionales o emocionales. Y como toda habilidad, con la práctica, mejora.
Foto: encespaico (flickr)
Doy fe de que es útil...
ResponderEliminar