martes, 18 de diciembre de 2012

La rana que convirtió la leche en nata (una historia de constancia)

"Los que renuncian son más numerosos 
que los que fracasan" Henry Ford

En ocasiones lo más difícil no es empezar a hacer algo diferente a lo de siempre sino ser persistente y mantenerlo, una vez empezado. Siempre habrá algo que nos anime a desistir (porque “de qué te va a servir eso ahora”).

En muchas ocasiones las evoluciones personales más fuertes llegan cuando en nuestras acciones y pensamientos distinguimos entre la Constancia vs. la Testarudez:

Cuando se actúa con Constancia, se esfuerza y mantiene ese empeño para conseguir un objetivo. Y con cada intento, revisa y ve si ha conseguido algo nuevo que pueda aprovechar. Sin dejar por eso de ser fiel a sí mismo.

Por el contrario, la Testarudez nos lleva a repetir una vez y otra vez lo mismo, de manera fija por miedo a perder “la esencia” de lo que somos/hacemos, consiguiendo los mismos resultados… Y esperando además que ocurra algo diferente (paradójicamente).

Esta es la historia de dos ranas que un día se cayeron en una vasija que contenía leche. Ambas saltaron una y otra vez para intentar salir, pero no conseguían elevarse lo suficiente para alcanzar el borde. Después de algunos intentos, una de las ranas pensó: “está claro, por mucho que lo intente, nunca conseguiré saltar tan arriba, por tanto es mejor ahogarme que seguir sufriendo”. 

La otra rana pensó que el hecho de no haberlo conseguido hasta el momento no era razón para dejar de intentarlo, y por tanto, continuó saltando. Por efecto de los saltos, la leche se fue convirtiendo en nata. Cuando ésta fue lo bastante espesa,  pudo conseguir suficiente apoyo para impulsarse y salir de la vasija. (Cuento popular ruso).

Mi reconocimiento desde aquí a los constantes y persistentes, muchas veces no os lo ponen nada, nada fácil. Espero que en este 2013 seáis muchos más.


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