"El sistema se estaba desmoronando. No había ninguna duda
al respecto. O alguien de arriba se había vuelto loco, o algo marcha mal en la
guerra, la guerra real. ¿Por qué si no iban a acabar con un sistema de
entrenamiento como éste? ¿Por qué si no iban a destrozar el juego de la forma
que lo habían hecho? ¿Por qué si no iban a poner a un crío como él al mando de
una escuadra?
Bean se preguntaba todo eso mientras bajaba por el corredor
hacia su cama. las luces se apagaron justo cuando llegó a su litera. Se desnudó
en la oscuridad, tanteando para poner su ropa en un casillero que no podía ver.
Se sentía fatal. Al principio pensó que se sentía mal porque le asustaba
dirigir una escuadra, pero no era verdad. Sabía que sería un buen
comandante.Tuvo ganas de llorar. No había llorado nunca desde los primeros días
de nostalgia que siguieron a su llegada a la escuela. Intentó dar un nombre al
sentimiento que le ponía un nudo en la garganta y le hacía sollozar en
silencio, a pesar de los grandes esfuerzos que hacía para contenerlo. Se mordió
la mano para detener el sentimiento, para sustituirlo por el dolor. no sirvió.
No volvería a ver a Ender.
Cuando dio un nombre al sentimiento pudo controlarlo. Se tendió
de espaldas y se obligó a hacer toda la rutina de relajamiento hasta que dejó
de tener ganas de llorar".
Cuando disfrutamos o sufrimos pocas veces estamos sintiendo una
sola emoción. De hecho muchas veces nos ocurre como al pequeño Bean: que en un
momento dado, a causa de un detonante como es la partida de su amigo Ender,
surgen otras emociones más (miedo a la incertidumbre, añoranza de los seres queridos, tristeza por la pérdida de su amigo) que hasta ese momento se ha intentado negar, ignorar o
"superar", mirando hacia otro lado. Iniciar un
proceso de "curación" de las emociones pasa por reconocerlas y
ponerles un nombre, más allá del “estoy bien” o “mal”.
Esta gran novela cumple la que es para mí la premisa principal
de la ciencia ficción: Explicar situaciones, sentimientos y hechos que el lector pueda reconocer y
emocionarse con ellos… Aunque ocurra todo en un espacio y tiempo desconocidos.
Fragmento de "El Juego de Ender", pág 253. de Orson
Scott Card.
Foto: generacionreader.blogspot.com
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