viernes, 27 de septiembre de 2013

STOP

- A ver si opinas lo mismo que yo y me lo explicas: No me pasaba nada, había pasado toda la mañana relajada, no haciendo nada especial, leyendo, paseando...
- Bueno, pero para eso estabas esperando las vacaciones ¿no? Entre otras cosas...
-... Pero no te lo pierdas: en un momento, me puse de un mal humor tremendo, una mala leche... estaba nerviosa, rabiosa, y sin motivo!
- Sin motivo?
- Bueno, cuando me calmé, me di cuenta: mi problema fue... Que no tenía problema.
- ¿?
- Si, me sentía mal porque había estado toda la mañana sin hacer nada en concreto, perdiendo el tiempo... Y me puse de muy mala uva precisamente porque no había hecho nada...
- ...Que era lo que estabas deseando como agua de mayo, con la de veces que has dicho el "quiero tener tiempo para mí".. 
- Ya, pero empecé a pensar "¿debería estar aprovechando más el tiempo?", "¿Ahora que lo tengo lo dedico a NADA?", "voy a estar igual todos los días, así sin hacer nada"... Y me puse fatal... Hasta que no me calmé un poco y vi qué me pasaba, estuve un rato que "mordía".


Nuestro cerebro es una fábrica de solución de problemas. Es a lo que se dedica y es lo que nos ha permitido evolucionar como especie. La capacidad de identificar problemas y solucionarlos nos ha permitido hacer fuego, fabricar herramientas, inventar el dinero para facilitar el intercambio y crear el comercio... Por poner sólo algunos ejemplos.


Pero toda cara tiene su cruz, o varias. Una de ellas es que cuando la mente no tiene problemas que solucionar, si la dejamos sola... Se dedica a crearlos.

La mayoría son inofensivos y se vuelven tareas: A qué precio estaban las patatas la semana pasada, planificar cosas en fin de semana, elegir colores y prenda de ropa que nos compraremos en las próximas rebajas... Cosas que si tienes otra cosa que hacer y de qué preocuparte, pues surgen, se plantean y se solucionan.

Otros son los en verdad problemáticos, porque van sobre temas que no podemos solucionar YA, e incluso puede que no tengan solución (esos son los peores, porque la mente, tozuda ella, no distingue entre problemas con o sin solución, todos los trata igual: no para hasta que los resuelve). Los peores son las preocupaciones acerca del pasado y sobre el futuro.

Sobre el pasado, revisamos una y otra vez aquel hecho por el que sufrimos: si hemos tenido una ruptura de pareja recientemente, estaremos una y otra vez revisando qué ha pasado, qué hemos hecho, qué nos han hecho, buscando respuestas o culpables... Pero para no poder arreglar nada de eso, porque en el pasado está.

Sobre el futuro, proyectamos, nos preocupamos, intentamos predecirlo, especulamos posibilidades basándonos en lo que sabemos de esa situación o de nosotros mismos (es decir, buscamos en el pasado, qué ironía).
Pero... No siempre es útil, porque por mucho que nos preocupemos, el futuro siempre llega. En el mejor de los casos solo habremos previsto algunas de las cosas que pasarán... Por cierto que sin demasiada exactitud teniendo en cuenta toooodo el esfuerzo invertido en controlarlo o predecirlo.

¿Qué hacer entonces? No se puede dejar de pensar... Pero si podemos (con cierto esfuerzo) aprender a pensar diferente. Porque mientras estamos ocupados con pasado y futuro... Al presente no le prestamos apenas atención. Ironía de nuevo, porque lo que hacemos en el presente incide directamente en el futuro, que tanto nos preocupa.

Un ejemplo muy fácil lo pone Thich Nhat Hanh: "Cuando Jim y yo empezamos a viajar por USA, nos sentamos al pie de un árbol y compartimos una mandarina. Él se puso a hablar de lo que haría en el futuro. Siempre que pensábamos en un proyecto que parecía atractivo/inspirador, Jim se absorbía tanto en dicho proyecto que se olvidaba de lo que estaba haciendo en el presente. Se metió un gajo en la boca, y antes de empezar a masticarlo, ya se había metido otro.

Apenas era consciente de estar comiendo la mandarina. Sentí que tenía que decirle algo y fue lo siguiente: "Tendrías que comerte el gajo que te has metido en la boca". Jim se quedó desconcertado al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Era como si no estuviera comiendo la mandarina. si había algo que estuviera "comiendo" era sin duda sus planes para el futuro". No disfrutaba la fruta que estaba comiendo.

Ahora más que nunca, en que todo parece consistir en dar respuestas inmediatas, es importante darte a tí mismo/a un lujo: Pausar:
Para 0,5 segundos,
piensa lo que quieres responder,
escúchate que estás diciendo,
permítete decirte cómo te sientes.

Uno o 10 segundos pueden ser suficientes para escucharte como estás AHORA y Aquí, y decidir. Decidir qué hacer para entender el pasado, darle un sentido a tu pasado y decidir con qué actitud enfrentas el futuro.

Pero sobre dar sentido... hablaremos otro día.

1 comentario:

  1. Tareas--> Tener que esforzarse por que sólo se quede en tareas--> Inevitable salto a preocupaciones... Este proceso lo he visto últimamente mucho en parados de larga duración...

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