lunes, 26 de noviembre de 2012

"Porque yo soy..."


Cuando trabajas de tú a tú con personas, en muchas ocasiones te encuentras con la situación siguiente. Él/ella te dice algo parecido a esto:

-          “Como soy tan (débil)… si fuera diferente, todo me iría mejor, ya me lo dicen”.

Pero después, conversando, preguntando… Llegas a la íntima conclusión que esa persona, que cree que es tan “débil” y que le gustaría ser más “fuerte”, ha superado situaciones (muy) difíciles en la mayoría de los casos. También está realizando esfuerzos importantes para dejar de pasarlo mal, y lo que es también importante, ha empezado un proceso personal (la terapia, el coaching en algunos casos) que le implica, entre otras cosas, hacerse preguntas diferentes.

Es muy difícil cuestionarse a sí mismo, y mantenerse firme en el proceso para avanzar.

Y aun así, con todo esto, la persona sigue pensando de sí misma que es  “débil”.

He utilizado “débil”, pero el mismo ejemplo podría valer para otras muchas palabras que a veces utilizamos para autodescribirnos:
  • Tímido/a,
  • Cobarde,
  • Valiente,
  • Emocional,
  • Dependiente,
  • Fuerte…y la lista se extiende hasta el infinito.

Estas palabras no sólo las utilizamos como parte de “nuestra identidad”, sino que también nos condicionan cómo nos expresamos y nos comportamos ante los demás. Cuando una persona se define a si misma como “cobarde” ó “Valiente”, lo dice desde su propia idea de lo que es ser de una manera o de otra.

Te pregunto a ti, qué estas leyendo: ¿Qué es PARA TI ser valiente? ¿En qué situación de tu vida lo has sido? ¿Podrías serlo de alguna otra manera?

Si yo hiciera estas mismas preguntas a 10 personas, muy probablemente darían definiciones muy diferentes. Porque cada uno creamos nuestra propia idea de lo que es ser valiente, o tímido… Intentando hablar de lo mismo y teniendo claro lo que significa esa palabra en el diccionario. Son Constructos. Nuestras ideas nos definen, nos dan una identidad. Y cada uno/a de nosotros ha aprendido en algún momento en qué consiste “ser valiente”… y qué no lo es.

Estas palabras, estos constructos, nos hacen únicos, y también influyen cómo vivimos nuestras emociones, nuestras actitudes y también, cómo no, nuestros comportamientos.

Los constructos están muy arraigados. Forman parte de nuestra identidad, pensamos que somos así y no cambiaremos ahora, ya a estas alturas… ¿de verdad?

En muchas ocasiones la psicoterapia no es la solución de problemas (que también) sino la revisión de alguno de estos conceptos: “¿de verdad eres cobarde?, ¿qué te lleva a pensar eso?, ¿si no fueras cobarde, qué hubieras hecho diferente?”. Y porque no, construir ideas nuevas a partir de lo que ya no nos funciona.

Podemos descubrir que aplicamos de manera automática significados que para nosotros tienen sentido, pero no para los demás, que incluso se sorprenden de lo que aseguramos: “¿Y dices que eres tímida? No lo habría dicho en la vida”.

No está de más revisar las creencias que uno tiene de sí mismo, porque en ocasiones podemos convertirnos en nuestro peor enemigo. “con lo tímido que soy, ya ni lo intento, lo pasaré mal para nada”.

Debemos tener cuidado con lo que nos decimos a nosotros mismos, nos lo podemos llegar a creer. 

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