Hace un tiempo asistí a un taller
sobre gestión de cambios personales y entre otros, nos dieron un
dato que me impactó: Un cálculo sobre el cual, la cantidad de información que
recibe y procesa una persona de nuestra época y cultura en una 1 semana equivale
a la que una de la Edad media recibía… durante toda su vida.
Sinceramente, lo primero que
pensé es que los recursos mentales de nuestros antepasados habían sido muy
desperdiciados ¡Cuántas cosas hubieran podido hacer sólo con una conexión a
Internet! Y ahí me quedé.
Pero en estos últimos días he
visto/vivido un par de cosas que me han recordado ese dato (dato por si sólo
inútil, para qué nos vamos a engañar) y pensar sobre ello:
Primero: mi propia experiencia. Y
es que en mis largos recorridos en tren si, suelo mirarme las actualizaciones
del Facebook, leo algunos tuits y retuiteo/ escribo algunos, contesto mensajes
del whatsapp… toda una cantidad de información. El escenario es tentador,
sentadita en el tren, calor humano rodeada de desconocidos, con la música si
apetece… Toda una dulce paradoja de conexión/aislamiento social. Un día llegué
a tal concentración con la pantallita que cuando levanté la vista (y reenfoqué:
aviso –de paso- que no es nada saludable para nuestra vista), me sorprendí a mí
misma pensando: “¡¡Andá!! ¡¡Pero si hay gente aquí fuera!!”
Segundo: lo peligroso que puede
ser estar pendiente de whastapp, que ha triunfado por ser gratis, ahorrarnos
los sms.. y porque ha llegado un punto que lo tienes porque lo tienen todos tus
conocidos. Afortunadamente a mi no me ha pasado, pero sí ha habido gente que me ha contado conflictos “porque no he contestado enseguida, cuando la otra persona
sabe que estaba conectada y había recibido el mensaje”.
¿Por qué expongo esto? ¿Ataco la
tecnología, las redes sociales, whatsapps, viebers, linkedins y facebooks? No.
Yo trabajo con redes sociales, y me gustan. Y utilizo los grupos de Whatsapp y
creo que son muy útiles, bastante más que el Messenger en su momento. Pero creo
que debemos educarnos y disciplinarnos con su uso, para aprovecharlos mejor.
Los psicólogos siempre estamos
diciendo (es como un mantra de la profesión) que debemos educar nuestras
emociones. Que nos falta educación emocional, que con más inteligencia
emocional sufriríamos menos, o al menos de una manera más saludable. Y es
cierto. Puede ser que también debamos incluir en la “educación emocional” el cómo nos relacionamos con los demás utilizando la tecnología... de una manera
sana.
Todo va cada vez más deprisa, las
actualizaciones son constantes, nos ponen “likes” y nos comentan, podemos
discutir en los muros… Todo es inmediato, y la mayor parte de las veces nos
gusta. ¡Que te retuiteen gusta! ¿A quién no? Debemos tener en cuenta el impacto
que tiene en nosotros estas recompensas inmediatas, son las que nos
“enganchan”, y no el whatsapp en si.
Y somos nosotros quienes debemos tener en cuenta siempre nuestra Responsabilidad en gestionarlas. Esto es, decidir si contesto ahora o puedo dejarlo para más tarde. Decidir siempre YO, da igual si tengo 3 alertas o 300. Y luego no sentirse culpable por no contestar "inmediatamente".
Y somos nosotros quienes debemos tener en cuenta siempre nuestra Responsabilidad en gestionarlas. Esto es, decidir si contesto ahora o puedo dejarlo para más tarde. Decidir siempre YO, da igual si tengo 3 alertas o 300. Y luego no sentirse culpable por no contestar "inmediatamente".
La tecnología y las Redes
Sociales son como cualquier otra herramienta: no son buenas y malas por sí
mismas, sino que depende del uso que les demos. Y lo decidimos nosotros. Si queremos
que sea una herramienta o si dejaremos que la tecnología sirva como excusa del
tipo “no es que no sepa organizarme el tiempo de manera eficiente, es que las
redes sociales me distraen”.
Decidir qué apetece más, si hacer
un esfuerzo para encontrar un hueco en nuestras apretadas agendas para hacer un
café o cenar con un amigo o tener conversaciones interminables por texto, ¿no
suena más apetecible la primera opción?
Me parece injusto dar a las redes
sociales toda la culpa del aislamiento, de la necesidad de estar conectados…
Cuando también son un canal para compartir ideas y conocimientos, y a nivel
social sólo estamos empezando a experimentar qué efectos y repercusiones
tenemos cuando un colectivo de personas expresan su opinión “en masivo”.
Empresas importantes cambian estrategias, se convocan manifestaciones, se
viraliza información… Estamos ante cambios importantes y es importante estar
preparados ante ellos, porque ya los tenemos aquí y nos afectarán.
Se me ocurren algunas ideas sencillas para
empezar a gestionar mejor la tecnología y las redes:
1.- ¿Es necesario que estés
conectado a toda aplicación? Seguro que no. Quizá con una ó 2 tienes más que
suficiente. A más aplicaciones, más posibilidades de dispersión.
2.- Organízate. Decide qué
espacio de tiempo te va mejor en tu día a día las utilizas, y siempre dedícales
ese espacio y no otro. Si tú acostumbras a tus contactos de Whatsapp/mail que
contestas siempre, en cualquier circunstancia… Deberás hacerlo siempre. ¿Porqué no hablar con tus contactos que les
contestarás cuando puedas? Pacta y llega a acuerdos, especialmente con los más
“impacientes”. Quizá descubráis que tenéis el mismo “problema”. Ten presente la
diferencia entre las necesidades de los demás y las tuyas. Practica el egoísmo
saludable.
3.- Piensa 1, 2, 3 veces o las
que necesites qué compartes, qué publicas, cómo y qué contestas… y qué no
contestar. Un proverbio famoso reza que “uno es esclavo de lo que dice y no de
lo que piensa”. Este proverbio es aún más válido en internet o en mensajes de
texto de cualquier tipo. Un 75% del contenido en la comunicación humana es no
verbal. ¿Cómo asegurarse que el otro capta la ironía, por ejemplo? Piensa dos
veces… y deja los mensajes más complejos para el cara a cara o el teléfono,
donde al menos juega el tono de voz.
4.- Ten muy claro para qué
utilizas cada canal. Linkedin tiene usos diferentes que Facebook o que Twitter.
NO es aconsejable tener a tus jefes y todos tus compañeros de trabajo en FB, al
igual que quizás no te interesa tener a todos tus amigos en Linkedin. Te ahorrarás
disgustos si no utilizas todas las redes de manera indiscriminada y no das
datos personales. Piensa bien para qué las utilizas y con qué objetivos (cambiar
de trabajo, compartir información, dar noticias a tus contactos...).
5.- Mantén la atención a lo que
te dice tu entorno. Puede ser que sí estés abusando. En ese caso toma medidas.
Y siempre: son una
herramienta, su finalidad dependerá del uso que tú le des.
Las redes sociales son como el resto de cosas que componen nuestra vida, nos devuelven lo que les damos. Si les damos nuestra vida nos devolverán un magnífico vacío...
ResponderEliminarCierto, es muy tentador dar la culpa a lo externo cuando tú mismo/a has sido el que le ha dado previamente el control... Al menos, es la idea que he pretendido reflejar. Gracias!
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