viernes, 4 de noviembre de 2011

Sobre zanahorias, huevos y granos de café


Uno de los puntos en común entre todas las personas, independientemente de nuestro origen cultural y/o religioso, es la presencia de historias, relatos y cuentos a lo largo de nuestra vida. Podemos pensar que a partir de un determinado momento, ya adultos, los cuentos dejan de tener importancia, pero ¡cuántas veces habremos cogido un libro, o entrado en un cine, esperando que nos "cuenten" una historia que nos atrape!

Hoy voy a contar un cuento:

"Había una vez una hija que a menudo se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café.
Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó la zanahorias y las puso en un tazón. Sacó los huevos y los puso en otro tazón. Sacó el café y lo puso en un tercer tazón.
Mirando a su hija le dijo: "Querida ¿qué ves?”
"Zanahorias huevos y café"- fue su respuesta.
Entonces la hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera... Luego de sacarle la cáscara observó que estaba duro.
Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?"
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: el agua hirviendo,pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua, fuerte, dura... pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.
La adversidad la había vuelto blanda y frágil.
El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior había cambiado.
Su apariencia exterior seguía siendo la misma, pero por dentro se había amargado y endurecido.
Los granos de café, sin embargo, eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua. Cuando las cosas se pusieron peor, reaccionaron y dieron al agua sabor y aroma. Cuando el café entra en ebullición, llega al punto máximo de sabor.

“¿Entonces, cuál eres tú?”, le preguntó a su hija. Cuando la adversidad llama a tu puerta ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?”.

¿Cómo reaccionamos ante cada adversidad? ¿Querríamos reaccionar diferente? ¿Qué necesitamos para conseguirlo, cada uno de nosotros?

4 comentarios:

  1. Yo quisiera ser el padre, que es el que sabe la historia que ha de explicar a su hija...

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  2. Blackonion, evidentemente es preferible "comerte" los obstáculos a que "te coman". Interesante analogía...
    Yo en esta historia personalmente no me posicionaría con ningún rol concreto, aunque si pienso en el peligro de dejarse etiquetar en una posición y quedarse ahí ("como soy "huevo", o "zanahoria"...¿y ahora qué hago?).

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