lunes, 27 de enero de 2014

Tener o no tener, ¿es la cuestión?

Tener hijos, tener éxito, tener pareja, tener la razón, tener cosas que hacer, tener tiempo libre. Tener tiempo, tener amigos, tener la familia, tener deportes, tener ocupaciones, tener mascotas, tener bienestar, tener tranquilidad.

No tener preocupaciones, no tener contratiempos, no tener rabietas, no tener malas sensaciones, no tener culpabilidad, no tener al lado una persona que no me quiere, no tener enemigos, no tener estrés, no tener errores, no tener dolor, no tener miedo.

Cuando se trabaja en psicología, se trabaja con conflictos de muchos tipos: con uno mismo, en casa con la familia, con la pareja, laborales...

Debemos ser realistas: no podemos vivir sin conflictos en nuestra vida. Son necesarios. Son una muestra que cada uno es una persona individual y diferente de los demás. Con los conflictos nos diferenciamos, A veces ganamos con ellos, a veces perdemos. Algunos llaman al cambio, otros se provocan para que nada cambie.

Pero lo que si podemos decidir es cómo vivimos en el conflicto: cómo nos posicionamos ante él. Y también podemos decidir cuán importante es ganarlo para nosotros.

Al principio he indicado varios "Tener" y "no tener". He llegado a la conclusión que en muchísimas ocasiones, nuestros motivos de malestar y bienestar se destilan a estas dos opciones. ¿Simple? Puede ser. Pero me gusta pensar que también hay otras opciones.

A una de ellas yo le llamaría "generosidad", otros le llaman "aceptación". La autora Louise L.Hay, le llama "dejar ir":


"Dejar ir" no significa dejar de cuidar, significa que no puedo hacerlo por otra persona.

"Dejar ir" no es aislarme, es darme cuenta que no puedo controlar a otro.

"Dejar ir" no es permitir, sino reconocer el aprendizaje de las consecuencias naturales.

"Dejar ir" es admitir la impotencia, que significa que el resultado no esta en mis manos.

"Dejar ir" no es tratar de cambiar o culpar a otro, es sacar lo máximo de mi mismo.

"Dejar ir" no es cuidar, sino atender.

"Dejar ir" no es reparar, sino ser de apoyo.

"Dejar ir" no es juzgar, sino permitirle a otro que sea un ser humano.

"Dejar ir" no es estar en el medio arreglando todos los resultados, sino permitir a otros que influyan en sus propios destinos.

"Dejar ir" no es ser protector, es permitir a otro que enfrente la realidad.

"Dejar ir" no es negar, sino aceptar.

"Dejar ir" no es regañar, reprender o discutir, sino buscar mis propios defectos y corregirlos.

"Dejar ir" no es ajustar todo a mis deseos, sino tomar cada día como viene y apreciarme a mi mismo en el.

"Dejar ir" no es lamentar el pasado, sino crecer y vivir para el futuro.

"Dejar ir" es temer menos y Amar más.


P.D.: Si te animas a empezar a "dejar ir": Puede ser que los "fans" del "tener" reaccionen acusándote de "abandonar" o de abandonarles. No querrán dejar de tenerte. Como en el cuento de la gallina y sus polluelos. Pero cada uno puede decidir dónde pertenecer, aunque otros quieran tenerle.

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