martes, 5 de junio de 2012

El valor de equivocarse


Puedo atreverme a asegurar que aún no he conocido a nadie que le guste equivocarse.  Pero si he conocido diferentes tipos de personas según cómo decidan enfrentarse a la posibilidad de cometer o vivir errores:

Algunos de ellos ni lo piensan. Creen que hacerlo es un estorbo innecesario y algo que les detiene de tomar decisiones. O no valoran lo suficiente esa posibilidad. Van adelante y sin cortapisas. Sólo consideran consecuencias cuando el resultado no les satisface. Un subgrupo de ellos pensará entonces que lo ocurrido es casi siempre cosa de los demás, o del destino, o de la mala suerte, porque a ellos no les cuesta tomar decisiones. Como si el hecho de "hacer cosas" por sí solo garantizara el éxito. A todos ellos en general se les considera personas valientes. Otros puede ser que les llamen temerarios.

Otros no toman decisiones. Dejan que los demás las tomen por ellos, responsabilizándoles de las mismas. O se lo piensan mucho, mucho, mucho, y luego mucho más hasta que creen que se dan las condiciones de 100% seguridad para no equivocarse. Si consideran que no se da esta seguridad, evitan, posponen. Hasta la saciedad, el agotamiento, la frustración y en algún caso extremo, hasta la fobia.

Otros toman decisiones, actúan… Y no se equivocan. O puede que si. Pero tienen su objetivo claro. Sufren porque no les gustan los errores pero aprenden de ellos. Sin dramas pero con conciencia. Dándose tiempo a sufrir, pero el necesario. Porque saben que, en la mayoría de casos, equivocarse es una parte, no un todo. Que muy probablemente si sólo piensan en los errores acabarán pensando que todo lo han hecho mal. Y que si caen en esa trampa no darán valor a todo aquello positivo y que está ahí, esperando a que le presten atención. Saben que de los errores se aprende, pero que de los aciertos también. Y a veces, más.

Porque los 100% no existen, ni de seguridad, ni de errores ni de aciertos. ¿Alguien ha conseguido hacerlo alguna vez TODO bien y PERFECTO? ¿Y todo, absolutamente TODO MAL? 

Mientras buscamos o evitamos un ideal no nos permitimos vivir aquello real. 

Como me dijo una vez M.A. Raya, “lo perfecto es enemigo de lo bueno” (Voltaire).

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