martes, 7 de febrero de 2012

Una tarde en el cine


El otro día leía una entrevista al actor Denzel Washington. En ella afirmaba: “el cine es sólo un entretenimiento”. Aunque en muchos casos (donde digo “caso”, quiero decir “película”) eso es cierto, la frase me indignó un poco. Se me antojó superficial.

Muchas personas integramos películas que nos han impactado y/o gustado, las hemos hecho nuestras. Historias, personajes concretos o frases sueltas conectan con alguna parte de nosotros y de nuestras emociones, y a veces nos hacen pensar. Para muestra, un botón: nos explicamos poniendo como ejemplos películas o escenas concretas, e incluso citamos textualmente frases enteras.

Hace poco vi una historia sobre una familia acomodada. Un padre, una madre, dos hijas, amigos, abuelos, más familia… todo va bien hasta que la mujer tiene un accidente y queda en coma. A partir de aquí todo se desorganiza y revoluciona. Secretos, reproches, sorpresas, cambios, encuentros… se van sucediendo.

A lo largo de la historia, a partir de un cambio enorme e inesperado, se suceden muchos otros. Algunos deseados por el espectador y otros indeseados. Como en la vida, los cambios llaman a más cambios. Y en medio de todo cada personaje, cada persona, intenta adaptarse a su manera. Lo hace según lo que sabe hacer, según lo que espera, según lo que desearía que pasase.

Algunos niegan los cambios, no querrían que ocurrieran e intentan simular que los cambios no se han producido o que dentro de muy poco todo será “como antes”.

Otros se enfadan, chillan y hieren, porque quieren combatirlos y no pueden con ellos. Algunos de estos últimos culpabilizan a los demás, intentando dar una explicación “racional” a lo ocurrido.

Otros se rinden, se resignan, creen que no pueden hacer nada por ellos mismos pero intentan salvar a los demás.

Éstos son sólo algunos ejemplos. En definitiva, cada persona en una crisis intenta adaptarse con los instrumentos que tiene a su alcance. Lo mismo ocurre en las familias. Por lo general, una familia enfrentará la crisis con el objetivo de permanecer, y que el equilibrio conseguido antes de la crisis no se rompa. Otra cosa son los “movimientos” que se harán para conseguirlo.

Son algunas reacciones, todas ellas posibles, algunas pasadas (lo admito) por el “suavizante” de Hollywood. Pero creo que siempre es un ejercicio interesante preguntarse a uno mismo por qué una película o un personaje nos impacta, y qué parte de nosotros se remueve ahí.

Pero “Los Descendientes” es sólo un ejemplo, ¿Cuál se te ocurre a ti?


2 comentarios:

  1. Ayer vi esta gran película, y no puedo quitarme de la cabeza algunas secuencias, pero sobre todo aquella en que el personaje de George Clooney le hace el mejor regalo posible a su suegro, como aguanta para no decirle quién fue realmente su hija y como le permite vivir con un recuerdo falso a pesar de las ganas que tiene de defender su imagen... al final, esa hija problemática del comienzo de la peli es quien le defiende. Porque se lo merece. Inmensa.

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    1. Hola Miguel! Has dado con mi escena favorita de la película. Esa y la imagen final justo antes de los títulos de crédito (no diré cual, por si alguien lee y no la ha visto). Para mí, es la que hace pensar en cómo empezaron y cómo acaban. Me alegro que también te gustara. Gracias!

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