viernes, 30 de diciembre de 2011

Decisiones, Peligros y Oportunidades

En una ocasión leí que los seres vivos nunca volvemos a ser los mismos que habíamos sido en el instante anterior. Minuto a minuto, y por el simple funcionamiento de nuestro cuerpo, se modifica nuestra estructura biológica. Son micro-cambios, imperceptibles a simple vista, pero cuyo efecto se puede ver pasado un tiempo. El envejecer es el ejemplo más claro.

Esto es especialmente relevante a nivel cerebral, ya que conversaciones, experiencias, recuerdos, emociones, pensamientos, cosas que hemos visto, cosas que hemos oído… nos cambian, cambian nuestra visión del mundo, de nosotros mismos. También y a menudo, cambian la visión que tenemos sobre nuestras propias capacidades.

Pero en ocasiones, a nivel vital, nos encontramos con grandes cambios. Con lo que llamamos cambios vitales. Al contrario que los micro-cambios, que nos modifican poco a poco y de manera que los podemos integrar y adaptarnos a ellos, los grandes cambios son grandes, enormes y a menudo nos desbordan. Separaciones, muertes, decepciones, despidos… o también una mudanza, tener un hijo (¡o varios!)... La lista es larga.

Pero es que además (y por si fuera poco) no es sólo la ocurrencia del hecho en si lo que nos desborda, sino las consecuencias que deja en nosotros.

Porque, además de tener que superar el dolor o la perplejidad,según el caso, tenemos un efecto añadido: replantearnos nuestro papel en nuestro mundo. También el papel de algunas de esas otras personas que estaban en nuestro mundo y con quienes lo compartíamos.

Nos encontramos con la desagradable necesidad de redefinirnos a nosotros mismos, enfrentarnos con lo que creíamos, lo que creíamos que sabíamos, con lo que realmente no sabemos, con nuestros miedos e inseguridades.

Deberemos reformularnos, es decir, decir lo mismo (uno mismo) con palabras diferentes. Cambiar para adaptarnos, consiguiendo a la vez seguir reconociéndonos a nosotros mismos. Y seguir adelante.

Hay muchas maneras de afrontar crisis y cambios, algunas de ellas vienen “de regalo” con la misma palabra Crisis.

Porque si nos vamos al latín “crisis” y a su origen griego krísis, su significado original es el de “juicio”, “juzgar” o “decidir”. Posteriormente se utilizó krísis en medicina, para definir el momento crítico de una dolencia, aquél en que se decide la evolución (para bien o para mal) que tendrá.


Pero si le preguntamos a alguien de origen chino, su visión será distinta. Nos diría que escribe la misma palabra a través de 2 símbolos. El primero tiene el significado de “peligro”, mientras que el segundo significa “oportunidad”.

Es decir, que una crisis trae consigo un peligro de ruptura del equilibrio que se conocía, y con ella caos. Incertidumbre y ansiedad. Pero también lleva consigo una oportunidad, la ocasión de hacer cambios que eviten una nueva crisis similar en el futuro, porque se habrán cambiado las estructuras que llevaron a ella.

¿Cómo enfrentamos las crisis? Podemos quedarnos paralizados por la perspectiva del peligro… o podemos intentar ver las oportunidades y tomar decisiones.

Quizá podría empezarse por empezar a descubrir posibilidades. Y darse a uno mismo tiempo.

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